viernes, 20 de enero de 2012

Cap.4.-Intentando tocar el cielo con los pies en la tierra.

 (...)
A cada paso que avanzaba, estaba cada vez más y más nerviosa; no me creía que todo esto estuviera pasando de verdad.
Mike me agarraba de la mano; notaba que él también lo  estaba.
Volvimos a llamar a la puerta TOC TOC TOC
Escuchamos una voz detrás de nosotros:
Joe: Hola, me llamo Joe, ¿Venís por lo del concurso?

De dentro de Mike salió una vocecilla tímida y suave:
Mike: Sí, ¿es aquí?
Joe: Sí, es aquí, seguidme.
 Parecía un chico majo. Debería de tener unos treinta años, tenía cuerpo de bailarín y un estilo parecido al que teníamos Mike y yo.  Nos sentíamos como las piezas de un puzle que habían encontrado, por fin, el sitio al que pertenecían.
Joe nos llevó a una puerta trasera del teatro. Encima de la puerta ponía: ENTRADA A CAMERINOS
Al entrar por esa puerta me sentí como una estrella de cine. Dentro había mucha gente, chicos y chicas, de edades variadas, gente con gran talento, de diferentes estilos, diferente música, mejores o peores que los otros, pero todos ellos, estupendos en lo que hacían. Continuamos el camino, siguiendo a Joe y nos llevó a un despacho, situado al fondo de un gran pasillo.
Joe: Tendréis que esperar la cola; luego, hablaréis con Tracy y Charlie, los representantes del concurso; ellos os dirán lo que tenéis que hacer. Suerte chicos!
Mike y Marylin: Gracias, hasta luego.
(...)
Después de un largo tiempo de espera, llegó nuestro turno. Entramos en el despacho o, lo que se suponía que era un despacho. Era un cuarto lleno de luces, con un pequeño escenario al fondo, con grandes altavoces y música bien alta. Sentados en un mesa en frente del escenario, estaban los que me imaginé que serían Tracy y Charlie, los representantes. Nos acercamos a ellos.
Tracy: ¡Bienvenidos chicos! Vosotros debéis ser Mike y Marylin, por lo que veo en el currículum.
Mike: Sí, somos nosotros. 
Marylin: ¿Nos van a hacer una prueba?
Charlie: Sí, ya sé que en folleto no venía, pero es necesario hacer una prueba inicial para ir eliminando a la gente.
Marylin: Un segundito, por favor.
Cogí a Mike de la mano y lo llevé a donde no nos escucharan.
Marylin: Mike, no hemos preparado nada ¿qué vamos a hacer? No contábamos con esto.
Mike: Ya, no me lo esperaba, pero bueno, tendremos que hacer lo que mejor se nos dá.
Marylin: ¿Y eso es...?
Mike: ¡Improvisar!
Marylin: Estás loco.
Tracy: A ver; chicos, os explicaremos cómo va esto.
Charlie: Nosotros pondremos una música o canción aleatoria, os dejaremos escucharla e improvisar unos escasos pasos, exactamente diez minutos. A los diez minutos nos tendréis que enseñar la coreografía, ¿estáis de acuerdo?
Mike: Sí, está claro. Vamos Mary.
Comenzó a sonar esa canción que tantos recuerdos me traía junto a Mike. Era la canción que tantas veces habíamos bailado Mike y yo en la pista. Se nos iluminaba la mirada a medida que la íbamos escuchando. No estaba segura de si me acordaría de todos los pasos, pero estaba feliz por tener la seguridad de que nos iba a salir bien la prueba.


-Al cabo de diez minutos exactos-

Ahí estábamos Mike y yo, en lo alto del escenario, intentando tocar el cielo con los pies en la tierra. Entre nosotros se empezó a formar un vínculo como nunca antes lo habíamos tenido. Allí, en lo alto, nos sentíamos más libres que nunca, viviendo la mejor experiencia de toda nuestra vida y lo mejor de todo, era que lo estábamos haciendo mi mejor amigo y yo, juntos.
Se paró la música de una forma repentina, las luces bajaron. Tracy y Charlie tenían un gesto de impresionismo. No estaba segura de si mis sensaciones eran buenas o malas. Tenía miedo de los que nos iban a decir por esta actuación, aunque sinceramente, me sentía genial.

martes, 17 de enero de 2012

Cap.3.-Estaba claro, que ese era nuestro sitio.

(Conversación telefónica)
[...]
Marylin: Mike, esto no es como cuando éramos niños y hacíamos ciertas travesuras, esto es serio. ¡No podemos falsificar la firma de nuestros padres, no podemos!
Mike: ¿Pero no era que querías hacer esto, no era que ibas a hacer todo lo posible para conseguirlo? Ya veo lo interesada que estás...
Marylin: Sí, Mike, pero esto es pasarse...¿y si nos descubren qué?
Mike: Pues si nos descubren, nos descubrieron; si no arriesgas, no ganas, así son las cosas.Yo quiero intentarlo, pero quiero que sea contigo.
(...)
Mike: ¿Estás ahí?
Marylin: Bueno, de acuerdo, lo haré.
La verdad, tenía miedo. Es verdad lo que se dice de "Si no arriesgas, no ganas", pero tenía miedo de verdad.

Pensaba en Mike, esto es muy importante para él y para mí también y, a pesar de todo, iba a hacerlo, aunque  el miedo que habitaba en mi interior no se iba a esfumar en mucho tiempo.
A la mañana siguiente me levanté con más ganas que nunca; estaba emocionada por lo que pudiera pasar durante el día de hoy. Cogí rápidamente una camiseta, un pantalón y esas Vans a las que tanto cariño le tengo y que mi madre se empeña en tirarme. Bajé rápidamente las escaleras. Abajo, en la cocina, estaba mi mochila preparada, el desayuno recién hecho y una nota de mi madre pegada en la nevera:
Cariño, tu padre y yo nos hemos ido esta mañana temprano a hacer unos recados fuera de la ciudad. Tienes comida para calentar en la nevera y en el horno. Volveremos por la noche.                              Te quiero.
Normalmente, me habría enfadado y habría ido corriendo a llamar a mi madre para pedirle explicaciones por haberme dejado sola, pero hoy me convenía que no estuviesen en casa, ya que hoy era el día en el que Mike y yo íbamos a faltar a clase, por primera vez en toda nuestra vida, para apuntarnos al concurso.
Llegué a la parada del bus y ahí estaba Mike esperándome ya que, para variar, era yo la que llegaba tarde. Cogimos el bus y llegamos a donde marcaba la dirección en el folleto. Era un sitio muy grande, como un enorme teatro, hecho para bailar y para actuar. Estaba claro que ese era nuestro sitio.
Nos acercamos a la puerta.
TOC TOC TOC
(...)

viernes, 13 de enero de 2012

Cap.2.-Mejor no hacerse ilusiones.

Estaba nerviosa por saber lo que ponía en la carta de Mike; por el simple hecho de que la carta fuese de él, ya me mantenía en suspense.
Cogí las tijeras y las deslicé por la solapa del sobre con mucho cuidado, para que no se rompiera; me gustaba guardar las cartas de Mike.
Dentro había un folleto de inscripción a un concurso, un concurso de baile. En mi interior había una sensación que me decía que me pusiera a dar saltos de alegría por la habitación, pero preferí leerlo todo, antes de hacerme ilusiones.
Poco a poco, mi sonrisa iba aumentando, mis ganas de gritar de felicidad crecían; algo me decía que, dentro de poco, mi vida cambiaría, dando un giro completo y cambiándola positivamente hacia mi futuro.
Hasta que leí una parte que provocó el apagón de todas las bombillas que se encendían a mi alrededor. Se necesitaba autorización de padres, familiares adultos o tutor legal y, puesto que yo no tengo ni familiares cerca ni tutor legal, mi último recurso eran mis padres. Estaba segura de que mis padres no iban a aceptar tal propuesta. Se negaron hasta apuntarme a una actividad extraescolar de baile en la escuela y esto ya era algo más serio, así que cogí el teléfono y marqué el número de Mike para darle la horrible noticia.
Marylin: Hola Mike...
Mike: ¡Mary! ¿Ya leíste mi carta?
Marylin: Sí...respecto a eso...
Mike: ¿Qué te pasa?
Marylin: Se necesita autorización de los padres, Mike y los dos sabemos que no la vamos a conseguir.
Mike: Sabía que dirías eso, Mary, pero ya lo estuve pensando y creo que sé lo que podemos hacer. Tú confía en mí, que a ese concurso vamos sí o sí.
Marylin: ¿Qué piensas hacer?
Mike: Ahora te tengo que dejar, que me voy a pasantía, pero llámame a la noche y te digo lo que he pensado.
Marylin: Vale. Chau, Mike, un beso. Te quiero.
Mike: Y yo, otro.

jueves, 12 de enero de 2012

Cap.1.-Acompañada de un amigo; perseguida por un sueño.

¿Y qué, si mis padres dicen que no es para mí? ¿Y qué, si dicen que debería hacer algo más constructivo para mi futuro? ¿Y qué, si dicen que no tengo suficiente material? ¿Y qué? Desde pequeña me han enseñado a perseguir mis sueños, a luchar por lo que quiero y hacer lo que yo de verdad quiero hacer, sin que me importen las opiniones de los demás.
Y me encuentro, una vez más, encerrada en mi habitación, con mis lágrimas a punto de tocar el suelo, con la carta de Mike en mi mano.
Mike es, sin duda, el mejor amigo que he tenido en toda mi vida. Nos conocemos desde pequeños, cuando jugábamos con la plastilina del parvulario, al escondite, al pilla pilla, desde que, por decirlo de alguna manera, éramos felices.
Mike siempre está ahí para sacarme una sonrisa en mis peores momentos, para ayudarme con todos y cada uno de mis problemas, ya sean amorosos, o familiares; con todo. Es el único dispuesto a ayudarme a cumplir mis sueños, aunque en realidad, sólo tengo uno, al igual que él. Desde que nuestra cabeza estaba a pocos centímetros de los pies, Mike y yo, siempre nos hemos sentido atraídos por todo lo que tenía que ver con el baile, por desgracia, ni mis padres ni los de él tienen suficiente dinero para llevarnos a una academia de baile. Todo lo que sabemos lo hemos aprendido en la calle, en "nuestra pista" como le solemos llamar, aunque lo cierto es que no es nuestra; le pusimos ese nombre a los seis años, porque era a donde él y yo solíamos ir a jugar y a bailar, donde inventábamos nuestras nuevas coreografías, donde pasábamos horas y horas hablando sin tener en cuenta los minutos ni los segundos, donde pude llamarle AMIGO de verdad, por primera vez.
Uff, casi me olvido! Me llamo Marylin, pero todo el mundo me llama Mary. Tengo 16 años y bla bla bla, tampoco hay muchas cosas interesantes que contar de mi vida; detalles no importantes. Llevo una vida como la de cualquier adolescente, aunque quizás sea algo más complicada. Vida aburrida, centrada en los estudios por obligación de mis padres. La verdad, no soy mala estudiante, pero veo que eso no es para mí; lo que yo quiero es triunfar en el baile y mis padres, los que deberían estar apoyándome en estos momentos, me dicen que lo único importante son los estudios. Sí que son importantes, claro que sí, pero no es lo único esencial en la vida; todos tenemos derecho a hacer lo que nos gusta de verdad y, por lo visto, yo no tengo ese derecho.

Como decía hace un rato, Mike me acababa de entregar una carta, justo antes de llegar a casa de clase y recibir una bronca de mis padres por no haber recogido el desayuno; todo son quejas hacia mí y todo lo hago mal, según ellos.
La carta de Mike pone: Para que la mejor amiga del mundo pueda, por fin, cumplir sus sueños.